SI LA VERDAD ES PLURAL, DIOS ES EL PLURAL QUE YO QUIERO QUE ÉL SEA

La pluralidad de la verdad de nuestro tiempo desconsidera la Verdad dicha por nuestro Dios plural. Gradualmente, Dios se convierte en lo que queremos que Él sea.

Cada vez más, estoy de acuerdo con la idea de algunos pensadores cristianos de que cada pecado que practicamos proviene de una perspectiva equivocada sobre quién es Dios. Concluyo que el pecado no es un acto que desagrada a Dios, sino la manifestación de una perspectiva errónea sobre Él.

Si lo comparamos con una jaqueca, por ejemplo, no es suficiente tomar el analgésico, a pesar de resolverla momentáneamente, es preciso descubrir su causa. La causa es variada y el dolor es solo una manifestación del problema. Sería errado atacar solamente el dolor, pero también sería muy difícil atacar solamente la etiología y permanecer con el dolor mientras tanto.

Jesús afirmó: “Porque del corazón salen los malos pensamientos, los homicidios, los adulterios, las fornicaciones, los hurtos, los falsos testimonios, las blasfemias.” (Mateo 15:19). Lo que está diciendo aqui es que “es del alma que sale…”. De nuestra mente y voluntad. Y el síntoma de que nuestra alma tiene un problema es el pecado nuestro de cada día.

Sumemos eso al pensamiento de A.W. Towzer, en su libro “La Búsqueda de Dios”, donde él construye la idea de que idolatría es creer en un Dios que sea una coma diferente del Dios de las Escrituras. Y no simplemente, la creencia en dioses opuestos al Dios de las Escrituras.

De esse modo, un alma que cree en un dios diferente del Dios de las Escrituras sintomatiza y exterioriza eso por medio de malos pensamientos, homicidio, adulterio, inmoralidad o cualquier otro acto diferente de los que provienen del Dios verdadero.

Si eso es verdad, nuestro problema es nuestra concepción sobre Dios y es en  eso que debemos concentrar nuestros esfuerzos primarios. No puedo dejar de tomar aspirina – evitar cometer el pecado – pero nunca conseguiré una victoria real atacando tan solo el síntoma. El resultado a largo plazo es que, probablemente, me volveré más resistente a los remédios paliativos y, finalmente, tendré que encontrar outra manera de hacer parecer que no estoy tan mal em determinada área.

Este es un desafio especialmente en nuestro tiempo específico, donde tenemos verdades plurales. La verdad única y absoluta fue cambiada por la verdad de cada individuo, basado en su estructura de pensamiento que, para variar, también es única. Por ende, probablemente existen más de siete mil millones de verdades en el mundo en este momento.

Aquel que desea adoptar la cosmovisión trinitária, debe primeramente, abandonar su verdad y creer por la fe que la Palabra escrita de Dios es el cánon actual. Y el hecho de que esa sea la Verdad de Dios debe ser suficiente para determinar lo que es verdad o para servir de plomada a la hora de compreender cualquiera de ellas.

La Palabra es verdadera a pesar de varios autores y puntos de vista humanos. Fue escrita por una comunidad, a la luz de um Dios comunitario. La Palabra es la demostración de la verdad de un Dios real que existe en tres personas. Parte desde una comunidad y solo se puede experimentar realmente en una comunidad. Tito 1:1 explica la razón: “…para que el pueblo que Dios ha elegido tenga fe en él y para que conozca la verdad que enseña cómo servir a Dios. La piedad son las prácticas que conducen a la fidelidad, parten de una fe correcta en el único Dios verdadero y un conocimiento práctico de la Verdad.

Cualquiera que crea en más de una verdad nunca será piadoso. La piedad no es simplemente tener buenas disciplinas espirituales, orar, meditar o leer. Surge de una creencia y conocimiento de la única Verdad.

Por lo tanto, la característica de la semana para quienes adoptan una cosmovisión trinitaria es:

Entiende que la Palabra de Dios es absoluta y es la mejor manera de entender la voluntad de Dios. Comprende que Dios se revela a través de ella y la misma es suficiente – no hay espacio para la pluralidad de la Verdad.

LA PASCUA: CÓMO UNA FIESTA TAN ANTIGUA PUEDE AFECTAR POSITIVAMENTE EL RESTO DE SU AÑO

Tengo un hijo de casi 2 años. Temprano en la mañana, generalmente se despierta llamando a uno de los padres. Él grita en voz alta, en la expectativa de ser escuchado y sacado de su cuna, hacia la “libertad”. Su cuna limita la posibilidad de ir y venir, pero los brazos del padre o la madre proporcionan libertad.

La Pascua es una celebración que comienza con el Hijo gritando “¡Dios mío! ¡Dios mío! ¿Por qué me has desamparado?” y termina con una tumba vacía, con el Hijo regresando al Padre.

Jesús y el Padre nunca dejaron de estar juntos.

Es importante recordar que Jesús y el Padre nunca dejaron de estar juntos. Es imposible para Dios dejar de ser Dios y Dios existe en tres personas. Jesús y el Padre siempre vivieron juntos, pero en un momento de la historia, por amor a nosotros, hubo un “distanciamiento” hasta el punto de que el hijo se sintió abandonado. Sin embargo, nunca hubo una separación. Jesús eligió cargar sobre sí nuestra podredumbre y se sintió desamparado de una forma inexplicable.

La Pascua es la celebración del fin del desamparo.

Así, la Pascua es la celebración del fin del desamparo. El Hijo regresó al Padre y todos podemos sentirnos amparados como hijos, debido a la muerte y resurrección de Cristo.

La Pascua que celebran los judíos, mucho antes de la venida de Cristo, fue una celebración diseñada por Dios para celebrar anualmente la liberación de Egipto y ya se refería a la liberación final, realizada por el cordero que habría de venir.

Para nosotros es una celebración de los hechos, de alguien que tiene derecho a hacer lo que quiere, pero elige someterse libremente. En Juan, capítulo 10, Jesús explica su búsqueda de las ovejas perdidas y sobre ser el buen pastor. Afirma que dará su vida por sus ovejas, pero explica, en el versículo 18, cómo sucederá la donación de su vida:

“Nadie me la quita, sino que yo de mí mismo la pongo. Tengo poder para ponerla, y tengo poder para volverla a tomar. Este mandamiento recibí de mi Padre.” Juan 10:18

Cristo es un modelo del uso de la libertad.

Cristo es un modelo del uso de la libertad, alguien que puede hacer lo que quiera, pero elige darse a sí mismo y dar su propia vida por libre elección.

La Pascua es la oportunidad perfecta para que celebremos la liberación, pero no solo eso. Un momento de reflexión sobre el libertador y una evaluación de nuestras acciones, a la luz de la entrega de Cristo.

Esta evaluación no pretende desanimarnos, sino alentarnos con la posibilidad de un año de mayor auto-entrega y sumisión. Este es el camino que Cristo preparó para que nos sintiéramos amparados y amados. El Padre nos ama, pero para apropiarse de este amor, debemos someternos a Su voluntad.

Todos los días, mi esposa o yo, escuchamos a nuestro hijo Luke gritando, al retirarlo de la cuna. No somos nada, somos imperfectos y, muchas veces, nos sentimos tan desamparados como él. Imagina entonces, si nuestro Padre, perfecto, no nos liberará de toda y cualquier prisión.

Sin embargo, la libertad siempre está precedida por un reconocimiento de insuficiencia, expresado en un grito: “PADRE”.

Entonces pidamos: “Padre, danos un año de libertad y amparo”.

La Pascua es la celebración del fin del desamparo. Es la inauguración de un camino de libertad, existente a partir de la obediencia de Cristo al Padre, posible para cada uno de nosotros a través de la misma sumisión. Y así transitamos el único camino de plena libertad, lejos del desamparo de la autosuficiencia.